Texto: Salmos 90:1-12
¿Alguna vez has llegado al final de un camino o una carrera? ¿Qué haces
cuando llegas a la meta? ¿Qué sucede ahora que cumpliste tu propósito o tu
sueño? O cabe también preguntar ¿Qué sucede si no llegaste a la meta, si no
cumpliste tu propósito? En esta ocasión quiero que meditemos en algo
trascendental en la vida del ser humano, por favor continua leyendo.
Personalmente soy aficionado del fútbol y en especial de las copas
europeas, y preparando el tema de hoy meditaba en una comparación de este
deporte con la vida del ser humano y de todo creyente: el equipo (sea cual sea)
da lo mejor de sí en el torneo y logra llevarse el título de campeón, celebra
al finalizar el encuentro, levanta la copa, sigue festejando durante unas
horas, llega a la ciudad a la que pertenece y celebra con su afición durante
una noche, a lo mejor descansa un día, PERO a la siguiente semana se reúnen de
nuevo en su cancha de entrenamiento y comienzan a prepararse porque en seguida
dará inicio un nuevo torneo y hay que defender el título.
Así es la vida para el ser humano, muchos llegamos al final de una
carrera, logramos las metas que nos proponemos y logramos nuestro propósito,
pero nos estancamos creyendo que eso era todo lo que podíamos haber alcanzado y
que más allá de eso, no hay nada más, PERO, no es así, hay mucho más que
podemos alcanzar, hay tanto que podemos lograr.
Si tú has llegado a una meta, ¿qué te impide buscar otra meta y
alcanzarla?
En el texto bíblico que hemos leído hoy vemos que Moisés entendió esto,
él era ya un adulto cuando escribió esta oración que luego paso a ser un salmo,
y a pesar de haber sido instruido en las mejores escuelas de Egipto, ser un
hombre experimentado, con un alto nivel de liderazgo y habiendo dirigido al
pueblo de Israel en el éxodo, no creyó haber alcanzado todo en la vida y que no
había más nada que hacer, sino que reconoció que siendo la vida tan corta para
el ser humano y ya que no sabemos cuándo llegará el fin de nuestros días, le
dijo a Dios:
“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón
sabiduría.” Salmos 90:12
Atrae mi atención esta parte: “que traigamos al corazón sabiduría”,
Moisés entendió que no había alcanzado máxima sabiduría que necesitaba seguir
aprendiendo, que cada día puede darnos más sabiduría, que lo que había
alcanzado en la vida no era suficiente, que necesitaba cada día seguir
creciendo.
Si tú estás en un nivel en el que te sientes cómodo, tranquilo y sin
presión, si sientes que dominas a la perfección lo que haces, quizá sea el
momento adecuado para buscar un nuevo nivel que alcanzar, quizá ya eres
excelente en lo que haces, entonces es tiempo de darle un giro y poder
transformarlo en algo nuevo, quizá sea el tiempo de enseñar a otros, o quizá el
tiempo de aprender otra rama de tu profesión o quizá otra área que puedas
mezclar con lo que ya sabes con el objetivo de que cada día tengas más
herramientas y más recursos para servir al señor, escuché muchas veces al
pastor Edgar López Bertrand decir una frase y yo creo que es muy cierta, “El
hombre, entre más se prepara, Dios más le usa”.
Si ha cruzado por tu mente la renuncia, no la consideres más, sigue
esforzándote, alcanzar el éxito no es fácil, pero créeme, vale la pena, si has
llegado a la meta y te has estancado allí, busca nuevos horizontes, y nunca
olvides que tienes el respaldo de Dios, pídele sabiduría, Salomón lo hizo y puedes
leer en la biblia lo bien que le fue, no dudes en hacerlo, involucra a Dios en
tus planes y él te permitirá tener éxito en ellos. Es mi oración que cada día
deseemos seguir creciendo.
Nunca se rindan, sigan creciendo.
EG.
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