“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre
ella”
Lucas 19:41
El mundo entero está lleno de tantos afanes y cosas en las que podamos
invertir el tiempo, ya sea que estemos trabajando, estudiando, saliendo de
paseo, yendo al cine, consumiendo redes sociales, comiendo, bebiendo, buscando
pareja, comprando, haciendo deportes, viendo la tv, etc. etc. etc… hay tantos
afanes en esta vida, pero hay algo en lo que la iglesia, el pueblo del señor,
la esposa del cordero debemos meditar, ¿nuestra vida como hijos de Dios está
siendo prioridad para cada uno de nosotros? Por favor sigue leyendo
Por muchos años, en los siglos
anteriores, la iglesia ha caído muchas veces en el mismo error, hablo de
enfriarse, de desviarse en su forma de ver el pecado, de divagar en sus formas
de vivir la vida y ver el pecado con tanta naturalidad como si fuese lo más
normal y sano del mundo… hoy en día la situación no es tan diferente.
En aquella oportunidad (en la cita bíblica) Jesús iba de camino a Jerusalén
y cuando llegó cerca de la ciudad dice que al verla lloró, lloró al ver a un
pueblo semejante a ovejas sin pastor, un pueblo descarriado, un pueblo que
estaba cegado.
“Dijo: ¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz! Pero eso ahora
está oculto a tus ojos.” - Lucas 19:42
Y ¿si Jesús viniera hoy?, no a Jerusalén, sino a nuestra ciudad, a nuestra
nación, a nuestro pueblo, ¿lloraría de nuevo? ¿Se pondría una vez más triste al
ver a su pueblo sin rumbo fijo, sin dirección, cegados por tantos afanes?
La iglesia cristiana nuevamente se está enfriando, nuevamente podemos ver
creyentes que buscan primero su comodidad antes que el hacer la voluntad de
Dios, vemos cristianos que le son más fieles a su Smartphone que a la palabra
de Dios, hijos de Dios que respetan más los mandamientos de hombre que la misma
biblia que contiene los mandatos de aquel a quien llamamos “padre celestial”,
el ritmo de vida que llevamos los creyentes “modernos” nos ha vuelto fríos y
desinteresados de la presencia de Dios excepto cuando la misma pero nos
interesamos enormemente cuando se trata de pedir, allí esperamos que Dios nos
ponga toda la atención y que nos conteste que sí a lo que deseamos, Si Jesús
viniera a nuestra tierra hoy, definitivamente lloraría de nuevo, lloraría al
ver a su pueblo tan cerca de él (físicamente) pero tan lejos de su espíritu, tan
lejos de querer llenarse de su presencia, esto debe cambiar.
Debemos comenzar a darle el valor y la importancia que tiene nuestra vida
espiritual, Dios mismo con su voz de amor todos los días nos está llamando y
quiere tener una relación estrecha contigo y conmigo, no porque él lo necesite,
en todo caso el más beneficiado de tener una buena relación con Dios somos
nosotros mismos, necesitamos de Dios y de su amor, no huyamos de él.
Con esto no quiero decir: “deja todo lo que tienes, olvídate de tu familia,
trabajo, estudios, alimentarte, bañarte, etc. y dedica el 100% de tu tiempo a
Dios, vete a la iglesia y permanece en ella las 24 horas del día los 7 días de
la semana y no salgas de allí jamás” no, en ninguna manera, pero sí estoy
queriendo decir: “dediquemos tiempo de CALIDAD para el Señor” un tiempo para
conversar con él, para leer su palabra, para buscarle en oración, para aprender
de él, para contarle nuestros problemas, él sabe cosas de tu vida que te harán
más fácil superar la pruebas, pero en nuestra ignorancia nos alejamos de él
cuando en realidad nos conviene acercarnos a él
No seamos como Jerusalén, que nuestro Dios pueda sentir en su corazón
alegría y no tristeza al pensar en nosotros, que nos encuentre agradables a él,
que nuestra vida sea un deleite para él.
Si te ha gustado esta meditación o alguna de las anteriores o en general te
ha gustado el blog, por favor comparte, será de bendición para ti, para mí y
para otros, que Dios te bendiga.
EG.