“Así
que emprendió el viaje y se fue a su padre. »Todavía estaba lejos cuando su
padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y
lo besó.”
Lucas
15:20 Nueva Biblia al Día (NBD)
Todos conocemos
esta historia que es una de las más conocidas de la biblia, la historia del
hijo pródigo, pero vale la pena recordarla, en esta ocasión quiero abordar la
historia y construir a través de ella una aplicación a nuestro diario vivir,
por favor sigue leyendo.
Si no
conoces la historia puedes encontrarla en San Lucas 15:11-32, te invito a que
puedas buscarla y leerla, por mi parte quiero resumírtela, un hombre tiene 2
hijos, el menor de ellos le pidió a su padre la parte de la herencia que le correspondía,
su padre accedió y se la entregó, el hijo se fue y malgastó el dinero que su
padre le había dado, cuando no tuvo más y se encontró en la miseria tuvo que
trabajar de cuidar cerdos, y el joven estaba pasándola tan mal que deseaba
saciar su hambre de la comida de los cerdos, en ese momento el muchacho
reflexiona que estaba mejor cuando vivía con su padre, así que decidió regresar
y pedirle perdón, su padre no le negó el perdón y lo recibió con una fiesta y
con gozo en su corazón porque su hijo había vuelto.
Básicamente
esa es la historia, pero ahora bien ya sabemos que el joven es una representación
del hombre (hombres y mujeres) que tiende a alejarse de Dios por causa del
pecado y que el padre representa a Dios que nos perdona de nuestros pecados y
nos recibe con gozo, eso lo sabemos bien, pero quiero que analicemos más
profundamente lo que dice del versículo 20 en adelante, veamos:
“Y
levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre,
y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.”
Lucas 15:20 (Énfasis mío)
La biblia
no nos cuenta que es lo que estaba haciendo el padre en el momento en que vio a
su hijo, sin embargo dice que cuando aún estaba lejos le vio, sea cual sea
nuestra condición, Dios está pendiente de nosotros así como este padre lo
estuvo de la llegada de su hijo, no importa cuán lejos estemos de él, él nos ve
de lejos y note lo siguiente que dice el versículo: “y fue movido a misericordia, y
corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.” Dios está presto a ser
bueno y misericordioso con nosotros.
Continuemos:
“Y el
hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno
de ser llamado tu hijo. Pero el padre
dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su
mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y
hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido,
y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.” Lucas 15:21-24 (Énfasis mío)
Es obvio
que al padre no le importó el pecado de su hijo, lo único que le interesó al
padre fue que su hijo había vuelto arrepentido por su maldad, el hijo reconoció
la necesidad que tenia de su padre y que no le iría bien en la vida
desobedeciendo la voluntad del mismo, eso fue lo único que a su padre le
importaba, si nosotros nos alejamos de Dios pero reconocemos la necesidad que
tenemos de él y que nuestra vida depende toda de él, te apuesto a que él no
dudará en regocijarse cuando te acerques a él, pues es nuestro padre, él nos
ama y quiere estar cerca de nosotros.
Veamos un
punto más:
“Y su
hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la
música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era
aquello. Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro
gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería
entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él,
respondiendo, dijo al padre: He aquí,
tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni
un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha
consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.
Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis
cosas son tuyas.” Lucas 15:25-31 (Énfasis mío)
Cuantas veces
nosotros hemos venido delante de Dios con la misma actitud del hermano mayor quejándonos,
molestos, reclamando porque no recibimos y nos mostramos frustrados porque
otros creyentes que “son más pecadores que nosotros” (por supuesto que eso según
nosotros pero Dios es el único que juzga justamente) reciben bendiciones que
nosotros anhelamos para nosotros pero Dios nos dice: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y
todas mis cosas son tuyas.” Definitivamente lo que Dios nos quiere
decir a través de las palabras que el padre dijo al hijo mayor en la parábola es:
tú siempre estás conmigo y siempre tendrás todo lo que tu hermano tiene hoy, si
no lo recibes es porque no lo pides o como dice en Santiago no recibes porque pides
mal.
Entonces resumimos:
1-
Dios
siempre está pendiente de nosotros donde sea que estemos él espera por nosotros
pacientemente
2-
Dios
nos ama tanto y quiere estar cerca de nosotros y en su bondad nos recibe con
los brazos abiertos y con gozo siempre, acerquémonos a él confiadamente.
3-
Si estamos
cerca de él y tratamos de serle fieles y servirle con devoción, recordemos que
todo el amor, compasión y bondad que Dios tiene para con los hijos pródigos también
lo tiene para con nosotros sus santos, sintamos calma, paz, tranquilidad y gozo
porque nuestro padre está pendiente de nosotros todo el tiempo.
Dios es
nuestro padre y nos ama, quiere que estemos cerca de él, y eso nos conviene, ¡acerquémonos!
“Padre,
quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi
gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación
del mundo.” Juan 17:24 NVI
E.G.
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